ENTREVISTA / Soledad Barruti

SOMOS UNA SOCIEDAD MALCOMIDA

Soledad Barruti pone al descubierto la industria alimenticia en nuestro país, donde la experimentación científica y social son moneda corriente.



¿Qué te motivo a hacer la investigación para tu libro “Malcomidos”?

Me llevo la curiosidad por investigar que era lo que estaba comiendo, la nutrición y salud en la mesa de mi familia y lo que encontré fue un panorama bastante critico, de producción cada vez mas intensiva e industrial de los alimentos sin ningún tipo de respeto a la gente que va a comer eso.
Y me encontré con algo mas extremo de lo pensado, estamos teniendo una puesta bastante ciega y torpe en políticas de salud pública, partiendo del patrón de que mas del 60% de la tierra cultivable del país esta siendo usada para la soja transgénica, claramente no para consumo interno sino casi toda para la exportación, China uno de los principales compradores, y con ello todo lo que deviene de esa matriz productiva como el trabajo en negro, la contaminación generada, solo para citar algunos ejemplos.

¿Qué relación ves entre la falta de trigo, los desmontes en el norte del país, la eliminación sistemática de los pueblos de estas zonas, y la soja?

El problema con la soja es lo contaminante del cultivo, con sus malas condiciones productivas, sus tóxicos para las plagas, que generan resistencia y necesitan, por ende químicos con mayor toxicidad que son tirados sin control a los suelos.
Por otro lado esto modifico la frontera agrícola a lugares impensados, desencadenando en la llamada “revolución agrícola” al norte del país provocando una tremenda deforestación con consecuencias trágicas, contaminación del ambiente y de humanos a causa de las fumigaciones, inundaciones, sequias, el desplazamiento de las poblaciones, obviamente los bosques de nuestro país no están vacios sino habitados por muchas comunidades que son amenazadas y marginadas en muchos casos en villas de ciudades cercanas. Eso tiene que ver con un sistema productivo, el nacional en nuestro caso, que se fija en la ganancia de las grandes empresas y del boom de las exportaciones de commodities de soja, sólo 10 compañías controlan el 95% del mercado de agroquímicos y el 75 por ciento del de semillas.
Antes éramos el granero del mundo y ahora nos estamos convirtiendo en el comedero de chanchos de China.

¿En la producción de carnes los antibióticos que se utilizan están regulados de alguna manera?

La carne de animales criados en el campo y de animales hacinados en feedlots donde comen maíz, les dan antiácidos y antibióticos es muy notoria, desde su color hasta su aspecto, y entre ambas se debate un negocio dañino que en nuestro país entro sin darnos cuenta.
En Argentina se supone que deberían estar regulados por SENASA pero queda claro con los ejemplos de producción que se llevan a cabo que no están controlando nada, es una de las organizaciones que tiene más agujeros y baches para controlar en nuestro país. Es mas, por ley se supone que debería, pero por ley también para comprar agroquímicos deberías presentar una receta y eso no sucede, vos vas si queres y te compras 6 litros de glifosato y los tiras donde quieras, imagina que es lo que se hace a escalas industriales..
Por ser un organismo bastante corrompido e independiente, no tiene auditorias o vigilancias de los manejos, y por otro lado es un sólo organismo para hacer demasiadas cosas en nuestro país, eso lleva a que cada uno le da a sus animales lo que considere su veterinario o su necesidad económica y punto.

Los precios cuidados forman parte de un plan alimenticio nacional ¿Que opinión tenés?

Lo que mas me preocupa con el tema de precios cuidados es a qué llama alimentación el estado cuando señala lo que la gente debería consumir, productos ultra procesados, harinas de baja calidad, lácteos enriquecidos y demás, me parece que habla de una profunda ignorancia de las personas que planifican este tipo de cosas, las personas necesitan frutas frescas, verduras, carnes buenas, pescados, tenemos justamente tenemos costas muy extensas y no hay acceso al pescado porque se utiliza casi todo para exportar o uno se encuentra con salmón chileno por ejemplo que es prácticamente el único que se consigue en este continente y que cada vez consume más antibióticos.
Con los precios cuidados no se puso el ojo donde se debía poner, a saber el gran tema de la accesibilidad al alimento, no se pueden hacer acuerdos con los hipermercados cuando sabemos cual es el manejo de precios de ellos, hay que pensar otros canales de acceso y distribución de los alimentos para la población y sobre todo de venta para los productores, los acuerdos deben ser con ellos, son cada vez menos en Argentina y los mas explotados en la mayoría de los casos vendiendo sus productos a precios que después en las góndolas de los supermercados valen muchísimo mas; es una realidad e impresiona que el estado no atienda lo mas básico.

¿Y que queda para los mas chicos y la comida que les ofrece hoy la sociedad?

La comida que se les ofrece a los chicos en líneas generales es una comida industrial, es una comida hiperprocesada, los casos de chicos con colesterol en Argentina crecen de manera exponencial. Ellos acceden a estos “alimentos” por propaganda al igual que sus padres, las comidas ofrecidas están en paquetes o vienen en cajas y no son manzanas obviamente. Hay toda una estrategia de marketing para hacer atractivos a los chicos estos productos, los panchos, hamburguesas, gaseosas, y así nos enferman, generan hábitos de alimentación para nuevas generaciones moldeadas a imagen de un negocio gigantesco. Otro ejemplo son los lácteos enriquecidos, donde cada vez hay más estudios que demuestra que su consumo no son ni por asomo la mejor fuente de calcio a la que los chicos pueden acceder, por más que el batallón de médicos y científicos contratados por estas empresas digan lo contrario.

¿Estamos a tiempo de lograr un cambio positivo?

Yo creo que si y mientras nos demos cuenta lo importante que son estas cuestiones en nuestra vida, en nuestro futuro, en nuestros hijos, en el suelo que tenemos. Hay que buscar los alimentos, no quedarse con la primera opción, recorrer lugares para buscar el más apto para el consumo.
Otro tema central es generar bancos de semillas para que no caigan en manos de empresas o también la genética de animales propia o comprada a otros países, hay tantas cosas para atender que podrían hacer la diferencia entre un país rico, soberano y con posibilidades, a un país limitado, absolutamente dependiente del mercado externo y con menos posibilidades que las que tuvieron generaciones anteriores, si somos una sociedad mal comida tendremos un menor despliegue de nuestras capacidades intelectuales, de nuestro desarrollo físico y creativo.








Soledad Barruti (Buenos Aires, 1981) es periodista y escritora. Ha escrito y trabajado sobre temas vinculados a la alimentación, y colabora en diferentes medios, como los suplementos de Página 12, Radar y Las 12, y las revistas Bacanal y Traveler.
El sabor de Dios, su primera novela, será publicada próximamente. Malcomidos es su primer libro de no ficción.


SINOPSIS: ¿Por qué las vacas ya no comen pasto? ¿Desde cuándo los criadores de pollos no comen pollo? ¿Qué peligros esconde una ensalada? ¿Qué hay detrás de cada delicado plato de sushi? ¿Cuáles son los ingredientes secretos en los alimentos procesados? ¿Qué relación hay entre la falta de trigo, la exclusión social, el asesinato de indígenas y las catástrofes naturales? ¿Por qué cada día hay más obesos, más diabéticos, más hipertensos y más enfermos de cáncer?

Los alimentos y la alimentación son el tema en el que confluyen los conflictos más relevantes de esta época: la corrupción, el delito, la experimentación científica, la especulación financiera, la debilidad del Estado ante las corporaciones, el cambio climático, el desequilibro ecológico y las convulsiones sociales. “La población mundial crece y reclama comida y eso representa una oportunidad única para nosotros”, es el argumento de quienes apoyan este sistema que nada tiene que ver con la prosperidad que celebra. Mientras la Argentina se promociona como la góndola del mundo, el avance sideral de la soja que parece cubrirlo todo es apenas el fenómeno más visible y polémico de una transformación que está cambiando como nunca el país, modificando la comida, el modo en que se la produce y el efecto que tiene sobre nosotros.
Feedlots en la pampa húmeda, criaderos en Entre Ríos, plantaciones en el Gran Buenos Aires, desmontes en Chaco, puertos en Chile y el Litoral, poblaciones devastadas en todo el país. Después de recorrer durante dos años los escenarios de este nuevo mapa, Soledad Barruti despliega una investigación rigurosa y a la vez inquietante que explica por qué estamos mal comidos, peor encaminados, pero todavía a tiempo.


por: Martín Palomino Salomón / ILUSTRACIÓN: María Paula Filippelli